Os confieso algo. Me dan mucho miedo, en general, el desfile de debut de un diseñador. ¿Por qué? Pues porque la mayoría busca llamar la atención a toda costa y normalmente escoge el camino fácil: o hace pijamas con estampaciones graciosillas, tira por el lado de la provocación en cualquiera de sus vertientes (aunque la sexual suele ser la preferida por casi todos), o directamente hacen disfraces.
Me parece una opción tan respetable como cualquier otra, pero realmente a mi no me interesa. Por eso, a la mayoría de los desfiles del Ego o de las pasarelas que se organizan por España adelante con diseñadores jóvenes no suelo prestarles demasiada atención.
Pero siempre hay excepciones. Gente que hace propuestas interesantes y reales, que busca vestir y no disfrazar, que en una colección de invierno hace algo que puede parecer lógico pero que a veces brilla por su ausencia: punto, lana y prendas que abrigan.
Por eso me han gustado mucho las propuestas que presentó Marta Valdespino el pasado día 9 en la Pasarela de Castilla y León. Su colección se ha inspirado en el mundo del ballet, ecos perfectamente reconocibles en los calentadores, las prendas de punto y los colores empolvados.
Porque epatar está muy bien, pero Lady Gaga hay una y mujeres que quieren estar guapas cuando se compran ropa millones, y muchos de estos debutantes no tienen todavía claro a quien quieren vestir. Por suerte, Marta Valdespino no tiene ese problema.
Yo, por mi parte estoy deseando hacerme con el jersey gris de la primera foto y eso es lo que cualquier diseñador debería buscar, que las mujeres que vean su desfile suspiren por ponerse sus prendas ¿o no?
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