A veces por no estar solos consentimos cosas que nunca creeríamos, adoptamos roles en los que nunca pensamos que podríamos estar.
Y es que en algunas ocasiones aplicamos la ley del embudo, en la que la parte ancha es para nosotros y la estrecha para los demás, y caemos cual polillas en actitudes y posiciones vitales que hasta hacía muy poco criticábamos de forma vehemente.
Porque todos nos hemos sentido realmente extraños haciéndo cosas que nunca habríamos pensado que podríamos hacer, justificándonos ante los demás con excusas baratas cómo "mi caso es distinto" o "tú nunca lo entenderías"
Todos tenemos un lado cínico y egoista que nos empuja a hacer cosas sin importarnos las consecuencias. En el mejor de los casos, nos importa pero en muy pocos consigue que los remordimientos sean más fuertes que el sentimiento de culpa.
Por eso a veces conservamos esos pequeños secretos para nosotros, para evitar sentirnos juzgados, criticados y saber que somos el tema de conversación de nuestros amigos (porque sabemos qué todos lo hacen, es más tú también lo haces y sabes que contigo no va a ser una excepción)
Y es que en ocasiones es más fácil ponerse una máscara...Fotos de James White publicadas en la revista Flaunt en octubre de 2006
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