Hubo una época no tan lejana en la que las actrices no necesitaban a una estilista lista que las vistiese. Eso no quiere decir que tuviesen un gusto privilegiado a la hora de vestirse. Por supuesto que seguían los consejos de alguien. Pero ese alguien solía ser un diseñador que además de saber hacer realmente bien su trabajo era su amigo y las aconsejaba y vestía con lo mejor que su lápiz y su aguja era capaz de crear.
En 1967 la Deneuve tenía 23 años. Y era la elegida por Luis Buñuel, en la que sería la primera de sus colaboraciones cinematográficas, para interpretar a un ama de casa burguesa y aburrida que decide convertir sus fantasías en realidad pasando a vivir una doble vida al convertirse en Belle de Jour.
Y si el argumento de la película es brutalmente inquietante es en gran parte gracias al maravilloso trabajo de vestuario del gran Yves Saint Laurent (tenía 29 años cuando recibió el encargo)
que diseñó todos y cada uno de los looks que luce la actriz en la película, marcando esa supuesta normalidad de la esposa burguesa de un doctor que se viste con sencillez y elegancia con vestidos de aire monacal, vestidos camiseros (una de las grandes creaciones del modisto) o "petites robes noires", acompañados de abrigos de una modernidad sorprendente, al igual que las gafas de sol, y por pequeños casquetes tan de la época. Si descuidar por supuesto otros complementos como guantes o bolsos.
Y es que en cosas así es donde se ve la maestría de los genios. La ropa es absolutamente reconocible como de la época y a la vez tan elegante y atemporal que prácticamente no desentonarían en ningún vestuario actual.
Pero YSL no se encargó del calzado. Eso se reservó a otro grande: Roger Vivier. Y fue tan grande el éxito de un modelo concreto de la película que pasó a denominarse “Belle Vivier”.
Y es que esta es una película que cualquier cinéfilo no se debe perder pero muchísimo menos una persona que esté interesado en la moda y en los grandes que hacen que lo de “los trapitos” siga valiendo la pena.Por cierto, el título del post hace referencia a la marca imaginaria que es la que supuestamente viste la protagonista de la película, y que se nombra en un pasaje cuando una de las compañera de burdel de la Deneuve admira uno de sus abrigos.
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