Wednesday, October 19, 2011

El estilo invisible

Una ola retro recorre las televisiones. Gracias al arrollador éxito de Mad Men y su prácticamente perfecta recreación de los años 60 (aunque algunos detalles no la cumplan), los proyectos directamente inspirados en ella como Pan Am o The Hour han podido ver la luz, así como los que se ambientan en otras épocas como la Gran Depresión como es el caso de Mildred Pierce,  y cuyos personajes parecen ir todos vestidos con la última colección de Miu Miu, o Downton Abbey que inicia su trama el día que se hunde el Titanic y que en su segunda temporada se sitúa en la Primera Guerra Mundial.

Pero también hay series que cuentan historias que ocurren ahora y con una dosis de actualidad y realismo tan estupendas que merecen también atención, como es el caso de The Good Wife.
Esta serie de la CBS (sí, también hay vida fuera de la HBO y otros canales de pago) parte de una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez cuando estalla uno de esos escándalos tan típicamente americanos que cada cierto tiempo salta a los medios de comunicación: un candidato que tras tener una aventura fuera del matrimonio debe retirarse de la campaña o abandonar el cargo que ocupa, y lo anuncia en una rueda de prensa multitudinaria en la que comparece junto a su mujer que escucha toda la historia de arrepentimiento con cara de circunstancias. Esa pregunta es: ¿Y esa mujer qué hará después?
Ese después es la historia de Alicia Florrick, una abogada que tras  15 años como "esposa de" tiene que volver a trabajar. 

Quizás con la única excepción de Ally McBeall, que a mediados de los 90 llegó a crear un estilo de traje de chaqueta que muchas "JASP", qué tiempos aquellos, adoptaron como uniforme y en el que las minifaldas tenían todo el protagonismo, este tipo de series solían pasar sin pena ni gloria en cuanto a estilismos se refiere pero una de las grandes bazas de esta serie es lo perfectamente definidos que están los personajes a través de su ropa.

No se viste igual un jefe joven pero jefe al fin y al cabo, que un abogado novato. Y a simple vista, solo fijándote en el ancho de la corbata y el tipo de nudo que utiliza o en el tamaño de las solapas sabemos cual es cual.
Antes y después de Alan Cumming

Cada personaje tiene un estilo propio que le da más fuerza porque no lo ves disfrazado en ningún momento. Los adolescentes visten como tal (y además los actores que los interpretan tienen la misma edad que su personajes, no como en otras series que supuestamente son icono de moda), las mujeres misteriosas usan cazadoras de cuero, minifaldas y botas de tacón alto y no queda impostado.
Y las abogadas que ganan juicios de millónes de dólares en beneficios visten de Dior, Max Mara, Diane von Furstenberg, Armani, Calvin Klein, Lanvin, y un etcétera infinito que pasa desapercibido a los ojos de la mayaría de los espectadores pero que cualquiera puede consultar en la página web de la serie porque el estilista, Daniel Lawson, responde semanalmente a las preguntas que los fans hacen sobre las prendas que más les llaman la atención y a la que yo estoy completamente enganchada (también hay una página dedicada a la decoración).
Es interesantísimo ver como el estilista explica y justifica cada prenda, como consigue que el armario del personaje evolucione con él. Aunque para mi, lo mejor de todo es seguir la serie y darte cuenta que todo eso está ahí pero que cuando estás viendo un capítulo nada tapa la historia porque está hecho de un  modo tan perfecto que parece que no podría ser de otra forma, y es que al final si la forma es más importante que el fondo la cosa no tiene demasiado futuro.

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