Tuesday, July 5, 2011

Cuando las certezas fallan

En esta vida hay pocas certezas, y cuando encuentras alguna sueles aferrarte a ellas de un modo algo irracional.
Una de las mías es que Karl Lagerfeld hace mucho tiempo que perdió su "mojo" y es casi seguro que nada de lo que haga podrá gustarme. Así de fuertes son los prejuicios.


Por eso cuando anoche me senté frente al ordenador a ver el desfile de Chanel en nowfashion.com, esa página que permite ver los desfiles casi casi en tiempo real, mi mundo empezó a tambalearse. Chanel me estaba gustando.

 

Obviando las horrorosas botas (no todo iba a ser bueno) las primeras doce salidas son de manual y no puedo objetar absolutamente nada porque estaría mintiendo. Incluso hasta la salida 22 hay cosas salvables y que no mandaría directamente a la hoguera y ni que harían revolverse a la pobre Coco en su tumba. En esta ocasión Karl la situó en lo más alto de la columna que presidía la Place Vendôme en la que convirtió el Grand Palais demostrando que en las puestas en escena no tiene rival (y menos desde que Galliano está fuera de juego). 

Pero el desfile tiene 62 salidas en las que Lagerfeld vuelve a dar tumbos con volúmenes imposibles en hombros y caderas,  con faldas de sirena de mil volantes que únicamente afean el conjunto. Descubres que las plumas realmente no aportan nada, o nada que merezca ser aportado, y que poner un montón de lentejuelas no convierte un vestido en algo elegante (casi nunca lo hace en realidad). Karl intenta recuperar lo mejor de su época dorada en Chanel y acaba siendo un triste recuerdo de lo que fue y por desgracia ya no es.

Aunque voy a quedarme con lo positivo, con esas doce primeras salidas que consiguieron reconciliarme con Karl por unos momentos y recordar porqué esa firma es tan grande que ni siquiera esas botas horrorosas que completan los looks y los desastres que  perpetra desde hace ya demasiado tiempo pueden hundir.

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