Ya está aquí otra vez la Alta Costura. Porque desfiles hay muchos a lo largo del año, pero en esas dos presentaciones en París (y sólo en París) es donde las marcas ponen (o deberían hacerlo) toda la carne en el asador, dónde presentan esa ropa que nadie compra, que se ve en las revistas gracias a que Relaciones Públicas y estliistas pactan minutos y celebritis como una agencia de medios cualquiera y lo que es más importante, venden perfumes, barras de labios y pintauñas a todas las mujeres que suspiran por un vestido de estos pero que solo pueden aspirar a la "alta cosmética".
Dior elegió el Museo Rodin para presentar un jardín, en el que las mujeres son flores. Galliano recupera siluetas clásicas de la casa como la Tulipe y a la vez rinde homenaje a una de las pasiones del creador de la marca, la jardineria, presentando pensamientos, tulipanes o claveles, en una de sus colecciones más inspiradas de las presentadas ultimamente, y en la que todos los detalles tienen una verdadera coherencia con lo presentado: peinados con forma de bulbos, tocados de celofán para los ramos, tacones en forma de ramitas, cinturones como cintas para ramos,...
Givenchy había anunciado que dejaría de hacer desfiles para la Alta Costura, y que recuperaba la tradición de mostrar la colección en un pequeño salón para un grupo seleccionado de personas. Y así ha sido. En una habitación de un palacio situado en Place Vandôme Tisci presentó sólo 10 vestidos, con cientos de horas de trabajo cada uno y que al igual que la pasada colección resort, está de nuevo inspirada en Frida Khalo y en su obsesión por la anatomía: vértebras, costillas y calaveras a la vista.
Y después está Chanel. En la que cada colección consigue el difícil record de ser más fea y sentar peor que la anterior y que en su ya tradicional presentación en el Gran Palais convirtió a un León de 5 toneladas en el protagonista de todo el sarao.
Volúmenes absurdos, brillos y telas que harían las delicias de la modista de un cabaret de travestis del Miami de los años 80, botas a media rodilla que deberían estar penadas con la cárcel,... y cómo no, una última salida de su nuevo "protegido" en la que consigue superarse a si mismo en su mamarrachismo.
Voy a tomarme una tila.
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